
Creada en 1993 en honor a Julia Zuccardi, única hija mujer de José Alberto Zuccardi, actual director de la bodega, Santa Julia se ha convertido en un símbolo a nivel local e internacional de la producción de vino orgánico.
“Santa Julia representa nuestro compromiso para alcanzar los niveles más altos de calidad, mediante prácticas sustentables que contribuyan al cuidado del medioambiente y siendo útiles a la comunidad de la cual somos parte, y con la firme misión de elaborar vinos de manera sustentable sin dejar de lado la calidad y la innovación”, explica a Prensario del Vino Soledad Mayorga, jefa de marketing.
Actualmente la bodega elabora cerca de 25.000.000 litros por año, donde el 50% son destinadas al mercado interno, mientras que el 50% son destinadas a su comercio en el exterior, con una presencia que supera los 60 países a nivel global. A nivel local, Santa Julia ha ampliado su portafolio y está presente tanto en sectores gastronómicos y vinotecas como supermercados y distribuidores.
Parte de su diversificación y apuesta a la masividad reposa en la creencia en que “la industria del vino necesita renovarse y llegar a nuevos consumidores”, según describe la propia Mayorga, quien enfatiza: “Santa Julia se caracteriza por ser una marca innovadora. Siempre a la vanguardia. Es un rasgo de la familia”.
“A raíz de esto arrancamos con la producción de vino en lata para Estados Unidos -nuestro principal mercado en el exterior-. Tintillo, un chardonnay y un Malbec Rosé orgánicos fueron los vinos que se envasaron en este novedoso packaging en el año 2017. A partir de este nuevo paso decidimos que era la hora de imitar e introducir esa nueva tendencia en nuestro país”, dice y agrega: “Santa Julia fue la primer bodega Argentina en comercializar un blanco dulce natural, y ya llevamos 10 meses desde su lanzamiento y estamos muy contentos".
De acuerdo con Mayorga, se trata de “una nueva forma de tomar vino, con mayor flexibilidad e incentiva el consumo individual - además de que la lata es el envase más sustentable del mercado y eso va de la mano con uno de nuestros principales valores que es el cuidado del medioambiente-”.
En lo que respecta a los desafíos de la industria, para Soledad uno de los principales es la modernización en base a las necesidades de los nuevos consumidores que van llegando. “La lata es una forma de acercarnos a ellos, pero sin dudas otra manera, es la producción de vinos de sed, como los llamamos nosotros. Vinos fáciles de beber, en donde la fruta prevalece. Vinos que te invitan a tomarte otra copa”.
Un ejemplo de esto fue el lanzamiento de Tintillo, el primer vino realizado a través del proceso de maceración carbónica que recomienda beberse fresco. “También tenemos nuestra línea de vinos orgánicos y recientemente salió al mercado El Burro, el primer vino natural de Santa Julia, que nos viene a hablar de una nueva forma de hacer vinos”, enumera la ejecutiva.
Y complementa: “Lo importante para aquellos que se acercan al vino por primera vez es animarse y no hacer caso a todos los rituales que debemos tener en cuenta a la hora de abrir una botella. No importa si nos abrimos una botella solos, en familia, con amigos, si tenemos una buena copa o no. Lo importante es que ese vino que probemos nos tiene que gustar y la experiencia debe ser placentera. Después se aprende el resto”.
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