El portal británico Wine Inteligence, en su informe Global Compass, señala que Rusia se ha convertido en el 10º mercado mundial más atractivo de vino, avanzando 23 lugares en el listado de los Top 50 de esa consultora, en parte debido a la emergencia de una nueva generación de jóvenes que prefieren vino frente a la vodka.
En un artículo de Luis Osorio se explica que estos consumidores pertenecen a la generación Gen Z/Millenium, segmento etario que actualmente tiene entre 20 y 35 años y luce un comportamiento ‘mucho más internacional y con propensión a los viajes’ buscando diferenciarse de las personas de mayor edad a través de un menor consumo de bebidas espirituosas de alto contenido alcohólico, con un perfil más ‘cosmopolita e internacional’ que sus mayores, entre quienes aún predomina el ‘beber fuerte’.
Esta tendencia ha sido notada por los distribuidores locales de bebidas y alimentos, que reaccionaron ampliando las redes de distribución a muchas ciudades, además de Moscú, y posibilitando su adquisición a menor precio que la oferta anterior que –con grandes márgenes de utilidad, se señala— presentaba al vino como un producto de alto costo. En estos puntos de venta se ofrece ‘una mayor variedad y más información’ sobre los distintos varietales y procedencias, tanto local como importada.
También se señala que en 2019 se promulgó una Ley Federal para el Vino y la Vitivinicultura, aprobada por el Parlamento y firmada por el Presidente Putin en diciembre pasado. Uno de los objetivos de esta ley es promover la inversión extranjera en cultivos y bodegas, ofreciendo acceso directo a un ‘mercado de gran potencial de consumo’ a nivel mundial. La ley define lo que es considerado ‘vino’, así como ‘terroir’ y ‘vino a granel’, y otras categorías como ‘bebidas que contienen uva’.
El aumento del consumo de vino en Rusia se ha producido pese a que, desde 2013, está prohibida la publicidad de bebidas con alcohol en todos los medios, excepto locales donde estén a la venta estos productos. En su momento, se estimó que el vino resultaría menos afectado por esta prohibición que la cerveza porque las marcas locales tenían mayor potencial de reconocimiento y las importadas contaban con consumidores leales y estaban respaldadas por ‘una historia’. Con respecto al efecto de la pandemia Covid-19, los resultados no están aún consolidados estadísticamente, pero los pronósticos son optimistas.
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