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La Cava de Lucia: “En la diversidad está la riqueza”

Lucia Cordera, fundadora de La Cava de Lucia

Lanzada hace tres años por Lucia Cordera, La Cava de Lucia encontró en la diversidad de etiquetas y la dedicación personalidad con cada cliente su diferencial para comenzar a crecer en la industria del vino.


Oriunda de la provincia argentina de Córdoba, comenzó el proyecto como un hobbie que se complementaba con su trabajo en el mundo de la moda. Sin embargo, al llegar a Buenos Aires descubrió que su pasión por el mundo del vino podía convertirse en otra cosa: “Cuando me instalé en Buenos Aires lo vi como una oportunidad y arranqué a estudiar la carrera de Sommelier Profesional, y supe que nunca más me iba a alejar de esto”, describe Lucia a Prensario, y remarca que en La Cava, no sólo el contar con una amplia gama de etiquetas es importante, sino también la atención customizada: “Estoy a toda hora atenta a los mensajes. Me gusta personalizar la atención y armar y mandar opciones. Realmente le dedico tiempo, cuerpo, cabeza y corazón a esto”, agrega.


En lo que a etiquetas respecta, actualmente ha logrado hacerse de un buen stock de la mano de bodegas como Teho, Manos Negras, Viña Cobos, las bodegas de Clos de los Siete, Bressia, Cadus, Achaval Ferrer, Susana Balbo, Ver Sacrum, Solo Contigo, Stella Crinita, Animal, Alma Negra, Mara, y el conjunto de bodegas de Ernesto Catena. “También Corazon del Sol, Tinto Negro, Estancia Los Cardones, Catena Zapata, Mundo Reves, Sophenia... son muchas, todas diferentes. Más grandes, más chicas, pero todas con un trabajo por detrás que merece ser mostrado”, enumera.



Para Lucia, la pandemia no sólo impactó a nivel negocio, sino que según cuenta, llegó en un momento muy particular de su vida: “Yo estaba embarazada de 7 meses y trabajé de lo mío hasta que se me empezó a notar la panza, asique ya a los 4 meses de mi embarazo empecé a focalizar más en La Cava. Cuando empezó la pandemia, el mercado del vino creció mucho, y yo pude aprovechar ese momento. Mi bebe nació en mayo, un viernes. El domingo cuando me dieron el alta, volvía a casa levantando pedidos, y ese mismo lunes estaba conectada en mi clase, y trabajando a full de nuevo. Fue un esfuerzo grande y siento que valió mucho la pena. Podría haber frenado por la maternidad pero el crecimiento de la industria me impulso a esforzarme. Además de que es lo que quiero que mi hija vea de mí, claro”, cuenta, y señala que a nivel negocio, uno de los desafíos más grandes reposa en “la constante inflación que hace que los precios cambien muy seguido”.


Pero para Cordera el balance es más que positivo: “Estoy contenta con cómo se van dando las cosas, mi intención de crecimiento es el que vengo teniendo. Para adelante y silbando bajito diría mi papa. Si bien siempre se puede estar mejor, tengo un número de clientes bueno con los que generamos un vínculo, charlamos y nos comentamos sobre vinos, nos pasamos tips… hay un ida y vuelta que me encanta. No me vuelvo loca con las redes, entendí desde el principio que de nada me sirve tener miles y miles de seguidores, si de esos me van a comprar solo tres personas. Me gusta mucho estar pendiente de todos, llevar un registro de lo que se lleva cada uno, de lo que les gusta y lo que no, aunque si reconozco que ya no puedo afrontar todo sola, y sé que más temprano que tarde voy a tener que empezar a delegar. Asumo que el crecimiento tendrá que ver con eso también”.


Y completa: “El mundo del vino es un camino de ida. Es infinito lo que uno puede aprender. Se valora mucho más todo. Y por supuesto, cada quien irá descubriendo sus gustos. En la diversidad está la riqueza. Lo único que no me gusta es el absolutismo, en todo en la vida. Hay opciones para todos los gustos, y celebro que así sea. Tenemos la dicha de pertenecer a un país que es una cuna de buen vino, y hay mucho para ver”.


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