El próximo 31 de octubre, y hasta el 4 de noviembre, se celebra en México el 43° Congreso Mundial de la Viña y el Vino, organizado por la OIV, y siendo la segunda ocasión en la que el país latinoamericano es sede.
Actualmente, México cuenta con 14 estados productores de vino, cerca de 400 bodegas que ocupan 35.000 hectáreas dedicadas al cultivo de la vid y con una producción de 64 millones de litros. Además, se trata de la segunda fuente de empleo en el sector agrícola con más de 500 mil jornaleros.
Según cuenta el enólogo Jesús Díez, la industria local se desarrolló en dos etapas, pero fue la última década la de mayor impacto, donde se vio una reingeniería importante tanto en la elaboración como en el viñedo. “Las nuevas plantaciones del país llevan una línea más particular, adaptando los trabajos de campo como la poda (corte de la vid) y conducciones (formación de la planta de vid) a los varietales basados en los diferentes climas y suelos que existen en el país para mejorar la calidad de la uva y con ello, los vinos”, cuenta.
Otro de los factores claves es la presencia de dos climas marcados por la altura de la Sierra Madre Occidental. Uno establecido al oeste de ella con influencia del océano Pacifico con veranos calurosos e influencia de los vientos fríos de norte para crear un clima mediterráneo. Y otro basado en una mayor altura en el centro del país al este de la Sierra Madre Occidental, con alturas entre 1500 y 2000 metros sobre el nivel del mar, lo que hace que se dé un clima que propicie que los vinos tengan un equilibrio muy interesante.
Coahuila es la zona con mayor tradición vitícola en México con una historia de más de 420 años de elaboración ininterrumpida de vino. Querétaro, Guanajuato y Aguascalientes son zonas de viticultura con una tradición centenaria, que con el tiempo y problemas económicos fueron desapareciendo, aunque hoy en día nuevos proyectos han dado una visión de modernidad a la viticultura, adaptándola a las condiciones de altura, lluvia y suelos.
De acuerdo con el informe de Díez, Baja California está dividida en más de 10 valles vitícolas con climatologías y suelos diferentes; hay zonas frías como Ojos negros y zonas más cálidas como valle de Guadalupe, zonas con contenidos de Cloruro de sodio alto y zonas donde esta concentración baja considerablemente, así como zonas de suelos arenosos, arcillosos y graníticos dando vinos muy diferentes en concepto, aromas y gusto.
En lo que respecta a las uvas, en México se trabajan una gran cantidad de varietales o uvas de las más importantes del mundo debido a los climas tan variados que recorren su territorio.
La uva nebbiolo de Ensenada tiene un carácter frutal por su maduración intensa, es de buena acidez y gran carga de color, con un ligero toque salino proveniente de los suelos de la región, a diferencia del nebbiolo del centro de México con corte piamontés, elegante, con baja estructura de color, de buena acidez y elegantes notas aromáticas de bosque bajo, hojarasca, hongos, musgos y demás notas de sotobosque.
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