
La crisis COVID-19 ha disminuido la actividad de los restaurantes en todo el mundo, con muchos que han cerrado o trabajan a media capacidad como parte de las medida públicas para evitar el contagio por cercanía en la población.
Esto ha afectado, como a otros, a los sommeliers que, en los restaurantes de alta gama, aconsejan a los comensales acerca de los vinos adecuados para acompañar sus comidas. El portal estadounidense Wine Spectator ha publicado un informe con las respuestas recibidas de seis sommeliers que han ganado premios en las encuestas que realiza.
El clima general es de franca preocupación, con incertidumbre acerca de si ‘tendré un empleo en el futuro, cuando todo esto pase’. Y aportan ideas sobre lo que los ‘entusiastas del vino’ clientes del establecimiento pueden hacer para ayudar al o a la sommelier del local, como muestra de su aprecio y estima.
Entre las propuestas figuran:
Donar dinero a los restaurantes a través de la plataforma GoFundMe, empresa de ‘crowfunding’ a través de la cual las personas individuales pueden aportar dinero o ahorrarlo para eventos futuros. El portal señala que funciona ‘con fines de lucro’ y permite acumular donaciones para fiestas a futuro pero también ‘graduaciones, accidentes y enfermedades’.
Ordenar comida para ser consumida en el hogar del cliente, con platos especialidad del restaurante que no se encuentren en las cadenas de comida rápida. En este caso se solicita que también se compre el vino, como contribución al sommelier, aunque el precio sea superior al de un supermercado o vinería.
Tarjetas de regalo: pagar por anticipado una comida a ser consumida en el local cuando dejen de tener efecto las restricciones. Por supuesto, hay que tener en cuenta que en Estados Unidos la inflación es muy baja, pero el restaurante podría comprometerse a prestar el servicio indicado en el caso de países como la Argentina, donde la inflación es significativa.
Cuando existen restricciones de capacidad –-muchos restaurantes no tienen permitido utilizar más del 50%-- concurrir en los horarios de menor afluencia, para evitar que quede gente sin atender o expuesta a largas esperas.
Comprar productos afines a su ramo en los restaurantes que los vendan. Se citan los sacacorchos y bolsas como ejemplo, pero estirando la imaginación se pueden agregar otros rubros que ayuden al flujo de caja del establecimiento.
No deja de estar presente la sugerencia: ‘deje propinas más grandes’ y se cita el caso de que ‘en Nueva York, para Año Nuevo, a veces vienen clientes que dejan una propina de mil dólares para todo el personal; somos veinte, de modo que resultan cincuenta dólares para cada uno’. Esto parece difícil de replicar en América Latina
Commentaires