Cada tercer viernes de octubre se celebra el Día Internacional del Espumoso en conmemoración a una de las bebidas más consumidas en todo el mundo: el “Champagne”. Y para conmemorarlo, Bodega Cruzat compartió diferentes tips y curiosidades para homenajear a esta bebida centenaria.
Bodega Cruzat produce unas 320.000 botellas al año y es la única bodega argentina dedicada exclusivamente a la elaboración de espumosos bajo el método tradicional o champenoise. El 80% de esos espumosos se destinan al mercado nacional y el 20% a exportación. Actualmente está presente en 16 países.
“Los espumantes son productos muy interesantes relacionados directamente con momentos festivos. Su elaboración es igual de apasionante, lleva tiempo, paciencia y requiere de mucho trabajo. Intervienen muchas instancias en las que hay que estar cuidando todo: es un proceso que disfruto de principio a fin”, explica la enóloga Lorena Mulet, a cargo de toda la producción de vinos bases y espumantes de la Bodega Cruzat desde hace casi una década.
“Si bien es la bebida por excelencia para los brindis, es un producto muy versátil que se puede disfrutar todos los días como aperitivo, formar parte de diferentes tragos o acompañar comidas de varios pasos. Mi recomendación es que se animen a incorporarlos a más situaciones de consumo”, agrega la enóloga.
En la regulación argentina existen seis categorías diferentes de espumosos. Esto se divide según los gramos de azúcar residual por litro, lo que nos dará más o menos dulzor en boca:
● Nature: menos de 3 gramos
● Brut Nature: menos de 7 gramos
● Extra Brut: menos de 11 gramos
● Brut: menos de 15 gramos
● Demi Sec: entre 15 a 40 gramos
● Dulces: más de 40 gramos
“El espumante es un gran compañero de las comidas porque no invaden ni compiten con la comida, todo lo contrario: armonizan muy bien”, explica Mulet, y recomienda para los Nature mariscos y pescados preparados con salsas muy livianas, para los Extra Brut, carnes blancas o pastas, también con salsas livianas, para los Rosé carnes y pescados con salsas fuertes y para los espumantes Dulces, son un gran aliado a la hora del postre.
“Para descorchar un espumoso primero hay que aflojar el rulo del bozal, tener la botella siempre inclinada a 45°, sostener fuertemente el corcho junto al bozal y, por último, girar todo el cuerpo de la botella”, afirma Lorena Mulet.
Es muy importante servir el espumoso en el momento de tomarlo, sino perderá su efervescencia. Para eso, sujetar la botella por la parte inferior colocando el dedo pulgar en el hueco de la base. Luego, sostener la copa, que debe estar ligeramente inclinada, y servir el espumoso haciendo que se deslice por la pared de la copa.
Para quienes no suelen consumir toda la botella, su recomendación es que consigan un champagne stopper: “De esa manera se mantienen las burbujas en perfecto estado, pudiendo consumir una botella en dos o tres días. Es un elemento clave y hay varios modelos en el mercado”.
Otro método muy conocido a la hora de descorchar un espumoso es el sabrage o sableado. Según dicen los historiadores, este método nació en el 1800 entre las tropas napoleónicas y fue el mismo emperador francés quien inmortalizó una de las frases más populares sobre el Champagne: "En la victoria lo merecemos y en la derrota lo necesitamos".
Para realizarlo, el sable se desliza por el cuerpo de la botella hacia la boca. La fuerza de la hoja que golpea el gollete rompe el vidrio, separando la parte superior del cuello del resto de la botella. Como resultado, el corcho y la corona permanecen juntos después de la ruptura del cuello.
Finalmente, en cuanto a la temperatura ideal de servicio es entre 6 y 8°. Esto permite disfrutar su frescura y sus aromas, haciendo más placentera la sensación en boca.
“En Cruzat, elaboramos los espumosos bajo el Método Ancestral o Pétillant Naturel: este método nació por accidente en el Siglo XVI en Limoux, Francia. Consiste en conseguir un vino espumoso con una sola fermentación. Durante el proceso de Pétillant Naturel, el mosto (jugo de uva) fermenta primero en un tanque de acero inoxidable y, antes de que termine, se embotella para que finalice la fermentación en la botella”, describe Lorena y completa: “Durante la fermentación se genera un sedimento, llamado “lías”: las levaduras en su etapa final. A diferencia del método tradicional -en el cual se extraen las mismas en un proceso de degüelle-, en este caso se conservan en la botella dándole un carácter cremoso al vino. El resultado nos muestra vinos ligeros, afrutados y divertidos, algo más rústicos que los de método tradicional, pero también más ágiles y sorpresivos”.
Otro método es el champenoise o tradicional: años después del método ancestral, en 1668, Dom Perignon ideó la manera de controlar el proceso y evitar accidentes creando así el conocido método champenoise o tradicional. Este método se caracteriza por tener una segunda fermentación en botella, a partir del agregado de azúcar y a través de las levaduras se convertirá en las tan amadas burbujas.
El mayor diferencial de esta práctica es el “tiempo sobre lías”, es decir, el tiempo que el espumante reposa en contacto con las levaduras. Durante este período -que puede extenderse desde algunos meses hasta varios años- el espumante irá integrando el gas carbónico y, además, ganando en cremosidad, en volumen, en aromas y sabores a levaduras. Todos los espumosos de Cruzat están elaborados bajo este método, con un mínimo de 12 meses sobre lías.
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